¿ A qué hora estoy muriendo?

miércoles, 31 de diciembre de 2008

Fin de Año...


Unas palabras de despedidas,

Y de bienvenidas.

Otro año se fue. Eso no me pone triste, no este año. Veo muchas personas a su alrededor con tristeza, o como las usuales canciones de vísperas de fin de año “¿Qué te pasa viejo año, que te pasa viejo año?”, no nada de eso a mí no me afecta. El motivo por el cual quiero conversar, si conversar hoy no hay historia que contar, es para primero reflexionar.

Si mis amigos ya se que es medio fastidioso “hay viene el tío este a reflexionar, que aburrimiento tengo cosas que hacer”, Ajajá sin embargo, quiero hacerlo. ¿Por qué?, Me parece divertido escribir, y escribir algunas cosas que en mis historias paso por alto, y ver lo que es la evolución personal. Y es mi invitación (todo esto tiene algo que ver, se los prometo), reflexionemos.

La canción dice “navidad que vuelve tradición del año, una van alegres, otros van llorando”, es un buen ejemplo de mi punto. Dentro de la efímera forma de ver nuestras patéticas y maravillosas vidas, siempre podemos elegir ver, lo que deseamos. Y si no es cierto, leamos “Filosofía existencial”. La vida no es bella, ni es fea, ni que se vistiera son fanatismo descriptivo para darle emoción, o metáfora a algo que no lo tiene.

Antes de seguir, hablaré de mí. Después de todo es lo que quería, es una carta más personal, una reflexión de una evolución, que por ocio la publicaré en mi humilde blog.

Un momento en blanco antes de la lluvia, allí viene, se acerca, como voces tenebrosas ahogándose en un pantano… ya aquí está.

De muchos ángulos puede decirse que este año ha sido para mí una evolución… mala o buena, he evolucionado. Me han pasado infinidades de cosas, malas. Hasta el punto de mandar a un oscuro lugar—a joderse en su propia mierda—a varias personas, incluso pensar cosas en mi retorcida mente, seré sincero, como siempre. Es verdad. En el mundo, en el colegio, en mi casa, en todas partes siempre está la montaña de estierco que te bofetea diciendo “oye te crees mejor. Pues mira a tu alrededor, bonito. Eres solo un mortal, podemos hacer que estés mal, igual a nosotros, ven para que veas”.

Tampoco es que armaré una llorandina. Pero si, fue un año jodido. Hubo momentos en el que la mitad siniestra mandaba, en la que el lado oscuro se hacia el rey de la mente, y buscaba de hacer cosas que en ocasiones normales no pasaban.

Si, eso pasaba.

Quizás eso fue un motivo que me llevara a escribir. Pero no fue eso. :P

De hecho siempre, desde que leí mi primer libro, el primero que leí fue el de Harry Potter la Piedra Filosofal., es decir, la primera novela como tal. Soy de los que apoya que quien lee a Rowling, comienza con el hábito. Siempre que leía, me imaginaba mejorar las historias ajajá no es por ser superlativo ni nada de eso, sino que siempre pienso que se le puede sacar mas jugo a las cosas.

Yo lo pensaba.

Hasta que escribí mi primera novela. Que no la publicaré, por aquí al menos, a ver si alguien me compra los derechos de autor. DIOS TENGO 15 años, está difícil. Volviendo al tema.

(ya Luis ponte serio)

Muchas cosas malas, si. Pero a pesar que en el momento me llenaron de rabias, odio, ira, y demás, llegó al punto donde simplemente lo dejé correr. (No solo eso)

Evolucioné.

Las personas pueden hacerte un mundo muy difícil, muy jodido, hacer sacar las últimas inspiraciones de buenos sentimientos, pero en todo momento, puedes elegir entre darle el gusto y decaer, estar en recepción, o darte tú el gusto.

Mi forma de ser, un toque de ego, y sarcasmo, me llevaron a elegir, darme “yo” el gusto. Y a que quiero llevar con esto, buenos mis amigos, el mundo puede ser muy jodido contigo (y créanme que lo digo por la experiencia, no es de su incumbencia mis problemas, no quiero llenarlos de mas problemas, agregados con los que ya cuenta), pero siempre puedes joderlo tu.

Y eso hice.

Que lo digan muchas personas. Las nombraría, pero no son tan importantes…

Por otra parte, hubo muchos periodos de luna en mi mente. Muchas capitulaciones y muchos cambios, los que realmente me conocen, aun no se dan cuenta y los que no me conocen muchísimo menos. Yo si veo ese cambio, lo noto.

La semana pasada, el día 24, en víspera de navidad, tuve una interesante charla con mi tía Ingri, ella me veía y me preguntaba que te pasa. Realmente, no le respondí. Dejé que su mirada se perdiera con la mía, luego cambiamos de tema. Si, ella si sabe que he cambiado, y que ahora pienso más frío, y cortante, radicalmente, diría yo. Pero no olvido los valores. Quizás deje el amor de aún, lado pero seguro ese vuelve. “El amor es un invitado que a veces no me gusta tener en mi casa, lo malo es que el tiene la llave”.

Me preguntó, que si veía lo lindo en la navidad. Le respondí a mi tía.

“Claro. Pero me parece que es una falsedad. Acaso tenemos que esperar una fecha del año, para demostrar el amor que nos tenemos. Acaso debemos esperar a que nos den regalos para decirles a nuestros padres, lo mucho que lo queramos. Tenemos que esperar esta fecha para ver que nos hemos distanciado del camino, y que la emoción de vivir se nos ha ido. ¿Debemos? Yo creo que no.”

Si hay hermosura en estas celebraciones. Pero también hay mucha mentira, lisonjeadas, puro sentimentalismo sin base. ¿Eres de roca?, otra pregunta. No es eso. Sino que no vale nada decir algo que no siente, y para que digas algo que solo sientes una vez al año.

El mundo, te invita a ser feliz o a ahogarte en tus lágrimas. “Elige”, digo yo. Esto es como el catolicismo. Aunque no me crean soy catequista, desde hace dos años. Es verdad, ahora tengo menos interés que fechas pasada, pero de que vale amar a dios y a tu hermano una vez a la semana, en misa. No somos perfectos, por supuesto. Pero porque esperar, porque el humano debe sentirse menor y no tomar sus riendas, romper dogmas y no tener que esperar fechas sin sentido.

Eso es lo que pienso. Y sé que no es nada en especial, sé que muchos piensan igual. Estoy absolutamente seguro.

Decir estas palabras, enfadó a mi tía y me quitó el helado que yo devoraba. Jajá, al rato me lo devolvió.

Por otro aspecto, han existido triunfos. Metas fuertes que me tracé y que tomando en cuenta el marco ideológico, y de terror que pasaba mi vida se cumplieron eso en parte me da una satisfacción.

Superarme a mi mismo (es difícil claro, jajá BROMA), y multiplicar mi imagen casi al convertirse algo idolatrado, fue sumamente interesante de vivir. Algunos saben a lo que me refiero, no solamente es del tipo MUN, colegial. Son mas cosas.

Y finalmente, está mi hábito de escritura. Que han sido fluctuaciones inmensas. Cuando pequeño era masoquista, con el tema del terror. Me gustaba ver, por sentir en mis venas esa excitación de estar asustado con una película de Freddy Kruger, o alguna otra, era medio asustado yo. Siempre me gustó escribir, o imaginar mas que nada. Pocas veces llevaba a papel ese tipo de alucinaciones, o sueños despierto.

Uno de los primeros relatos, fue un juego de PC que me encantaba, y que recré en muchas historias. Siempre quise mostrar lo fabuloso y dramático de la muerte, ahora me gusta más. Por eso me gustaba la telenovela de RCTV, la mujer de judas. Era un arte la muerte.

¿Suena esquizofrénico?

Quizás, aunque por eso me gusta más el arte.

En fin, la primera historia que escribí (y si es que me acuerdo, si algún día la consigo la publico), era sobre un perro azul, que nada lo odiaban, pero estaba enamorado, y a la final era un perro poderoso. Una cosa así, ya no recuerdo mucho, los años han pasado, aunque estoy seguro que con dedicación me acuerdo jajay Luego escribí sobre guerras espaciales, y muchas cosas más.

Mi problema era, o soy muy ambicioso con las ideas. Cuando lean mi novela se darán cuenta. Jaja a modo de chiste, me gusta enfrentar cosas que origen trauma

Tragedia,

Una palabra que me gusta.

Como seguía diciendo, nunca pensaba en escribir terror, aunque si me gustaba escuchar relatos de terror, aunque de hecho me asustaban algunos, y veía la parte de: “Si fuera un fantasma, que horrible sería estar así. Que solo te teman”, asimismo, cuando estaba pequeño soñaba mucho. Muchas pesadillas, muchas emociones.

…siempre he pensando en que soy masoquista al preguntarme cómo me sentiría yo estando en las peores situaciones. Ser un fantasma, que por toda una vida observa como su familia sigue creciendo, y lo olvida, y el los ve medio y noche, sin poder si quiera tocarlo, pues está muerto… muerto… seguirá muerto y callado mientras todos siguen.

Muchos de mis sueños eran con el diablo. En lugares encerrados. En tormentas, y en crisis, donde yo estaba encerrado. Pero despertar era un alivio, pero sé ahora que en los más profundo de mí ser. Que me gustaba soñar. Aunque no todo era sencillo, había cosas mas profundas, e intrínseca.

Ninguna de mis historias han sido esos sueños. Debido a que los sueños son incongruencias, que tu crees realidades. Aunque la verdad es relativa, quien me dice que la realidad no es incongruente para el mundo de los sueños. En fin no me alargaré con eso.

Terror, miedo, excitación, siempre estuvieron.

Escribo mi primera novela, saltándome ya muchas cosas—mi abuelo quiere la PC y me duele la columna de tanto gastar el tiempo hablando paja por msn—que no tiene nada que ver con el terror. Nada. Sin embargo, fue una trama que me consumió, me enamoró, y me encanta.

Son 253 paginas de Word, supongo que será una novela de 500 Pág. más o menos. Pero sin embargo, esa no fue la primera novela que quise escribir. La primera no la terminé, solo escribí diez páginas, porque es una trama que quiero que crezca conmigo, y aunque ya he madurado, un poco tengo quince apenas, ella seguirá allí virgen. Será una trilogía, supongo.

Me costaba terminar mis historias, porque siempre eran largas, luego cuando terminé la novela, todo fue distinto.

Ahora si… Una persona, varias en realidad, me pregunta de donde sacas todo eso, y porque terror, de donde te imaginas. Ninguno de mi familia ha leído mis historias, así que no saben que escribo jajá. Le respondí a ese alguien: de la imaginación, ver un objeto y de repente la chispa se prende, o me pregunto cosas, como que pasaría si… y la respuesta viene, entonces es hora de pensar, si existe la inspiración, aunque eso no importa, creo que lo mas importante, es querer hacer algo, si lo quieres lo haces, y lo elaboras excelente, es mi filosofía si te sirve.

Escribí terror, simplemente porque este año ha sido para el mí. El año del terror.

A mediados de Febrero o Enero, descubrí en la biblioteca de mi casa, una colección, brillante humeante, y ya vieja. El señor Stephen King, el maestro del terror.

Ya había visto uno que otro de sus libros, pero vi uno que me llamó la atención, que fue mi primer libro de terror (yo era un chico de thrillers, aventuras, policíacas: Dan Brown, Rowling, Paulo Coelho—aunque él me da fastidio ya.) Y fue

CEMENTERIO DE ANIMALES.

Una excelente novela. Que puedo decir que es la segunda mejor de S.K, (para abreviar), luego que la acabé, impresionado, por fin había encontrado lo que yo buscaban, un adiós a la felicidad, y lo que yo ponía en mis finales, tragedia. Todo eso lo tenía S.K, claro excelente. Es su segunda mejor novela, la primera es Eso. Luego las cosas fueron cambiando, terminé esa novela, y apareció la siguiente, nada mas así, apareció otra.

Viejo, casi roto. No recuerdo cual. Pero todos fueron apareciendo hasta que saqué la biblioteca, y arreglé todo. Conseguí diez libros del Maestro del terror, que no me causan miedo, ninguno en lo absoluto, pero me gusta la trama. Ya hoy finalizando el año, leo su último libro de su colección, y quizás si me regalan otro de S.K, lo leo. Los Unicos 10 libros de King, que tenía, y que conseguí y leí este año, ya son cosas del pasado.

El libro mas largo que he leído, fue de Stephen King, se llama It-Eso, de 1000 Pág., con letras casi en Times New Roman 10. En otras ediciones, son 1500 paginas, pero en fin. De King, he leído: It ; Cementerio de Animales; Dolores Clairborne; Christine, El maleficio—que fue una decepción, muy mala novela, Verano de Corrupción—excelente, historia; El Cuerpo; Cujo; Misery: El Riesgo de la Fama. Y el último, Los TommyKnorkers.

Luego que lees tanto de un autor, te cansas y sabes ya lo que pasará. Y a veces es fastidioso leerlo, me pasó con S.K, y es obvio ya son 10 novelas de él. Y no son simples. Este autor, escribe muchísimas cosas, y son novelas de 300 Págs., menos o más, depende. Creo que Rowling, no me aburrió con sus 7 novelas.

De Stephen King, tomé cosas, como el interés. Y es un autor que me siento identificado, era excepcional su manera de redacción, y de una manera u otra me ha influido, al igual que todos los que he leído. Era un autor para adulto, me parece gracioso que en todas sus novelas no hay una sola donde no mencione, que una bella adolescente tenía sexo oral con un semental, o una esposa con su esposa, cosas que para algunos es de excitación, pero que ya tu sabes que es madurez. El sexo es algo normal.

Si, las novelas de King, son divertidas y maduras.

Se les agradece jajá. Si, leyendo nuevas cosas ha cambiado quizás mi forma de escribir y de pensar. Un cambio en la conducta. Pero son cambios que me agradan.

Para Finalizar, termino diciendo lo que intenté en un principio. Si el mundo es jodido, pero tú harás la diferencia. No lo hagas por los demás, hazlo por ti, o cómo yo también por no darle el gusto o la razón.

Buenos mis lectores, amigos, y conocidos. Ha sido Fabulosos estar aquí desde Julio, seguiré con mi novela “12 Meses Oscuros”, y pronto publicaré el cuento de navidad, esperando que disfruten sus fiestas, reflexionen, y usen sus metas para mejorar, evolucionar.

A mi me sirvió, y espero que me siga sirviendo, evolucionar es lo que nos queda.

Y para todos “Feliz Año Nuevo”.

“Él hábito de Escribir no produce miseria,

Nace de la miseria”

sábado, 20 de diciembre de 2008

La Monomanía Novembrina

Marian

A Marian

“Asqueroso destino

De mi vida te digo

Vivir y morir

Por el mismo castigo”

L.D Briceño

Marian

La suave caricia sonora se expandía como un eco. Tocaba las paredes de la pequeña habitación y luego regresaba a su oído no si antes volver a repetir.

Marian

Las manos morenas y como raíces aferrada a la sábana se movían intentando ocultar su cabeza del sonido que emergía.

Marian.

Y el bulto de sábanas y piernas se movían incontrolablemente. Fastidiada de escuchar la misma voz como una marcha imperial. No era una voz, era como un sonido o un murmullo, como si de la alcantarilla en plena lluvia intentase musitar algo, de otra manera, era la voz de alguien ahogándose, cuya garganta estaba siendo desgarrada por el agua salada del mar y con toda la desesperación y dolor, de la misma. Una burbuja y otro eco en la habitación.

El frío recorrió su cuerpo y entonces…

¡Marian!

Y la voz de la alcantarilla se intensificó hasta llegar a una escala sepulcral. Por su mente pasó la imagen de un cementerio oscuro y boscoso, abarrotado de tumbas en donde no había camino la gente debía pasearse pisando los restos, orinados y cagados de muertos que alguna vez tuvieron vida. Ellos maullaban dolor cada vez que se pasase, o que un pie rozaba su tumba, no obstante ella no notó eso.

Marian.

Y Marian siguió durmiendo sola en su habitación ignorando por completo dos cosas. La primera, no había terminado la tarea de física del día siguiente por estar jodidamente cansada, la segunda y que tampoco en lo más bajo de su conciencia notó.

De su computadora un ojo negro y envuelto en llama la veía. Pasó un segundo y aquel ojo oscuro envuelto en llamas, parpadeó.

Marian y Fuente, no es una combinación abruta ni ingeniosa, simplemente la unión de un nombre medio raro con un apellido absolutamente normal. No obstante, jamás el nombre ha determinado que tipo de persona eres. Hay millones Marian en este mundo pero la historia que se cuenta en estas pocas palabras, es de una adolescente casi adulta cuyo nombre apelativo era Marian Fuente. ¿Quién era ella? ¿Era especial?

Ni la más remota idea.

Pues debo admitir que de cierto modo ella no era normal.

Antes de tomar el abrigo, y cinco minutos antes de recibir la llamada de su novio, Marian estaba bajo la regadera de su baño. El baño era de porcelana blanca y cuando ella notaba eso le parecía divertido que alguien muriese allí. Si se cortaba con algo la sangre sería una fuente abierta como el delta del Orinoco, bañando todas las cerámicas y cuando este cállese vería su rostro desangrándose.

Se paseó su mano por su ceno.

El agua, como el río Nilo, bajaba y centellaba por su figura. Su figura, y es la mejor forma de explicar que tan esbelta era, se semejaba con las montaña y montículos de arenas en el desierto. Cálida, ardiente y picante. La arena que se pasea creando un camino y una figura con su perfecta y natural elevaciones y profundidades. Al verla provocaba deslizar los dedos por su figura, la sensación de que el dedo caminaría solo y descendía como el agua por esas curvas era permanente.

Su piel morena estaba natural y organizara aunque había algo llamativo en su figura, que para tener quince años demostraba tener.

El agua nuevamente pasó por sus dos montículos abriendo comino en el medio de dos de ello, descendió rápidamente barriendo la impurezas pasó por su obligo y luego llegó al delta que las palabras dejan sobre entendidas.

Salió de la ducha y diciéndose asimismo que no volvería acostarse tan tarde. Pero como todo adolescente esa era una oración que estaba permanente de ceja a ceja pero que no tomaba como aquellos carteles que dicen “15 Km. de…” pero la gente sacaba su dedo medio para ignorar aquello.

Su rostro la mira desde el espejo. Sus ojos son dos pelotas grandes y redondas y su cara en conjugación con esta son parecidas a las mujeres animes. Es extraña su cara. Luego de verse, se moldea el cabello y sin comer sale al exterior de su casa.

Entonces atiende la llamada de su novio.

¿Dónde estás?

En casa aún.

Ya veo. Mira ¿quedamos otra vez esta noche?

No, no creo tengo cosas que hacer. Muchas en realidad

Está bien. Adiós… Te amo.

—Yo también. —dijo con dulce voz. Y caminó al cual sería otro aburrido día en el colegio.

El día de Marian en el colegio fue normalito. Las primeras dos horas tuvo su clase de inglés. Era un loco totalmente con problema de nerviosismo, aunque había algo en él que intrigaba a Marian. Ese qué. No lo sabía. Pero era un tipo de los que tú sabes que debes cuidarte.

Era flaco, alto y con la expresión de que su propia boca oliese a mierda. Pues siempre tenía la cara que los estudiantes llaman, cara de culo. No era “cara de culo” por tener una fina cara limpia y en el medio un hueco donde votase mierda, sino por su expresión molesta, a un amigo de Marian le hacía pensar que sufría de las hemorroides. Aunque él y sus hemorroides se podían ir a la mierda literalmente, porque a ella no le importaba.

Antes de salir de clase, le dijo.

Las palabras no eran tan extrañas. Pensándolo mejor no hay ninguna palabra extraña lo que la personas como humanos notan extraño es el contexto en el que se dice las mismas. Eso lo pensaba Marian, que tenia una capacidad innata para pensar cosas que la gente no pensaba, y hablar tema que sería un tabú en salón de clases. Y…

Seguiré con la expresión extraña.

El hombre de unos cuarenta y todos, se acercó a ella. Su cabello que parecía un gato luego de ser atropellados incluyendo los intestinos sangrientos y goteantes y los ojos del gato desorbitados y mirándote pidiéndote ayuda, estaba inerte junto con su dueño. Puso su mano tomándose el cachete, de manera tal que este estuviera a punto de caer.

—Que pases una feliz noche. —dijo con una voz pegajosa, como si se hubiese comido un kilo de mayonesa que hasta le saliera por las orejas.

Aquellas palabras eran tan extrañas. Nunca aquel tipo le había hablado, consecuente con eso Marian puso sus ojos abiertos e inflexibles.

El hombre colocó con la delicadeza de una mujer la mano sobre el hombro de Marian. Aquello fue como ser tocado por una mano congelada o mejor aún como ser golpeado con una carne o bistec recién sacado del congelador.

Mas tarde se preguntó porqué no gritó. Lo que sí hizo fue tomar su bolso y salir del salón apresuradamente, con miedo. Aquello era tan inusual como ver a un estadounidense pidiendo disculpas o un chino besando a un japonés. Ella no supo que cinco minutos más tarde que saliera y cruzara el patio de su colegio. El profesor de Inglés se estaba preguntando porqué había dicho tal cosa.

En la segunda clase no fue la profesora de matemática. Lo que sus compañeros y ellas tomaron como un total suceso. ¡Santo Dios!. La profesora Rebeca es como aquella que siempre está allí como un piojo en el pelo pubico, diciéndote: Oye aquí estoy y te estoy chupando, ¿Qué si te molesta? No me importa te fastidiaré todo el tiempo necesario.

Marian no era una muchacha que viviese sola. Tenía muchos amigos por su forma de ser. Era cariñosa y amable, aunque lo que en verdad atraía de ella era la loca forma de ser, y de hecho ¡si! Era ese tipo de personas que pueden burlarse de sí misma y divertirte por horas si se lo proponía. Así conoció a Marcos un amigo de ella.

Marcos que sentaba atrás de ella. En el pupitre obviamente. Le tocó el hombro.

--¿Qué hiciste ayer que duraste toda la noche conectada?

Marian levantó ligeramente su ceja derecha. Y miró sorprendida a marcos.

—Que te pasa. Si ayer me desconecté a eso de las doce.

—Es muy raro porqué yo te y aún esta mañana estabas conectada—dijo Marcos escogiéndose de hombros.

Marian se sintió desconcertada y fuera de base, como al despertarse luego de una siesta de la tarde.

—Deja la vaina, sabes que andas en drogas. —dijo Marian con una sonrisa que no ocultaba la idea de que a Marcos los estudios comenzaba a afectarle.

Marcos prefirió terminar allí el tema.

Marian se puso a hablar con una amiga sobre unas bandas de rock, aunque lo que aquel día más se había escuchado en el colegio y a que a Marian le parecía sumamente estúpido, fue:

“Vistes a Ska-P”

A esos de la 1:30 Marian besó en cachete a un par de amigos salvó a una ardilla de ser pisoteada por un carro, fue provocativa a modo de juego y se burló de un grupo de amigas que se creían la última coca-cola del desierto. A juicio de Marian no valían ni un limón.

A verdad. En el cuarto bloque de clase, Física, la sacaron por no llevar la tarea así que se quedó a recostada a la puerta del colegio observando lo monótona que se había convertido su vida casi llora por las bromas de un amigo, que también había sacado. Se burló de un grupo de profesores y pensó en todo lo que tenía que hacer en su casa: desde atender a su madre enferma, hasta limpiar el baño.

Si hubiese tenido un revolver hubiese disparado hasta sacarles los sesos a los sesos de los sesos.

En resumidas cuentas su vida lejos de ser unos desastres estaba infectada del marco que vive toda chica y chica de quince años.

El cielo tronó y caminó bajo la lluvia de camino a su casa. Una vez más.

I like be walking in the raining because It nothing look that I’m crying.

Emo Thing.

Pero yo creo que ya está suficiente de hablar sobre la normalidad de Marian. Porque si fuera una descripción a alegórica o una Asnal de su vida, créanme que se que usted cerrarían esta pestaña de su Internet explore o de su Morzilla Firefox. Usted, sé que lo sé, estoy seguro, desean saber que es lo anormal o lo que intento de contar de la vida de Marian Fuentes. ¿Cierto? Si sé que tengo la razón otra vez. Y es lógico que si quisieran escuchar el llanto de lo malo que es la vida adolescente para nosotros simplemente recordara unos años atrás, o si eres joven recordaría alguna pelea o alguna nueva afición o sentimiento descubierto en poco en tiempo.

“Si de nuevo la tienes”

La verdadera historia de Marian comienza ahora. Como la canción, Just right now.

Pasaba más de las ochos cuando Marian terminó la estúpida pelea con su madre y acabó de fregar los platos, no porque fuese una copia de cenicienta si no que por ser buena hija debía colaborar con el hogar.

Entró a la habitación y encendió su Messenger. Un ventana de color negro con aproximadamente mil contactos y con doscientos conectados estaba latente frente a sus ojos. Mañana sería viernes, entonces podría acostarse o no acostarse tarde de todos modos mañana no habrá nada importante en su colegio.

Poco segundos de que se conectara y pusiera un disco a todo volumen de Paramount, Marcos se conectó y comenzó a hablarle de su último descubrimiento, una cuestión estúpida que no valdría la pena mencionar, pero aún así lo haré.

Su novia era el tópico de conversación. El decía que le faltaba llama en la relación acción y reacción, ese calor que invade el cuerpo y que te puede llevar a dos cosas, al amor o a la cama. No es que marcos buscase cualquiera de las dos pero por lo menos necesitaba esa lubricación en su vida con su novia.

Marian le aconsejó y le habló por dos horas aproximadamente y luego de las doce él se cansó de hablarle y se fue a la cama. Ella entonces se puso los auriculares su mamá le gritaba que apagase la música, entonces cerró la puerta de su cuarto, miró a alrededor y observó si habitación.

Para muchas personas una habitación es sólo eso. Cuatro paredes que encierran dos mil o tres mil litros de oxígeno con un techo, no obstante para Marian eran como un refugio, esa especie de cueva que poseían los Nearthland y que les cubría de las glaciaciones.

Como toda habitación había una cama, un armario, un closet, un espejo, una mesa y su computadora. Como casi ninguna habitación había: un par de tortuga, una gata gorda como si fuera una bola de mierda luego de tiempo sin procesar y que bien con todo, unas carteleras. Y además un montón de afiches: Paramount, los homosexuales de Tokio Hotel, y uno de t.A.T.u.

Si alguien le criticase su habitación un perfecto desorden, a ella no le importaba. Sus amigos, especialmente pocos, sabían que su habitación era como su mente un montón de cosas que si se analiza no tiene significado racional pero si empírico. Y para Marian era lo único que importaba.

Como se había cansado del msn se puso a ver una película de terror. Por derechos de autor no recordó su nombre. Pero si su trama. Era extraña y hasta perturbador. Un grupo de estudiantes se había trazado la meta de subir un monte, ya no recuerdo su nombre, pero una de ellas perdió el mapa mientras descendían al interior de la montaña que adentro se convertía en un valle. La oscuridad reinaba y el silencio era malvado ayudante de la misma. Luego de que caminaron y que la estúpida protagonista dice lo que había pasado comienza a aparecer extrañas criaturas de la profundidad carnívoros, hasta matarlos a todo.

A Marian le a trajo especialmente la muerte de una de ellas. Tenía el cabello negro y grasoso como si lo hubiese sumergido en petróleo, la mujer se besaba con su novio, unos besos pegajosos y apasionados, desde la oscuridad una bestia los separó arrancado la cabeza de ella y luego la bestia mordió los testículos de él. La sangre brotaba como si una tubería hubiese sido golpeada con un mazo. Los testículos de él bañaron de fluidos a la bestia que se lo tragó rápidamente, luego el dolor y el sosiego acabaron con ellos.

Marian estaba impactada luego de eso. Vio su reloj y eran la una de la mañana.

—La noche es joven aún.

Otra de las cosas que no se ha dicho de Marian y ya son es de noche ya es el momento propicio para decirlo es que Marian veía cosas. No eran alucinaciones, o creía que veía cosas, no nada de eso, Marian fuente sabía mejor que nadie que ella Veía, no era una suposición durativa o alternativa, No nada que ver. Ella lo sabía.

Desde pequeña había tenido esa cualidad. Una vez hace diez años estaba sentada en su habitación y sus padres la habían encontrado llorando a ríos turbios y descendiente cuando le preguntaron que le pasaba, señalaba al almario.

Los padres de Marian absolutamente convencido de que era aquello normal que le sucede a los niños de temer a la sombra de árboles, sonidos y ese tipo de cosas. Como no querían darle ala a esa situación no abrieron el armario. Y consecuente con eso no se dieron cuenta de que de adentro algo les miraba…

La besaron y le contaron un cuento entonces le dijeron: Ese tipos de cosas no existen amor. Listo un abrazo y a la cama. Aunque Mariana no volvió a dormir esa noche, ni ninguna otra por dos días. Hasta que el tercer día se bajó de la cama lentamente.

El frío recorrió la habitación mientras más se acercase al almario el frío era más intenso como si estuviera caminando con parsimonia al pico bolívar o al polo norte. Hubo un momento que estuvo a punto de resbalar el piso que rodeaba la puerta de su armario era un capa fina de hielo. Intentó llamar a su mamá, pero que valdría si no le creerían. Con toda la valentía que sus cuatros años pudo contener tocó la manecilla de la puerta.

Silencio.

Frío.

Sonido.

Y una risa se escuchó de su interior. Empujó la puerta y el recuerdo de cosas horribles nublaron su cabeza, imagen de muñecas sin cabeza guindando en su habitación.

Entonces cuando su mano derecha rozó la fría manilla, su madre de abajo la llamó. Entonces se detuvo en seco, miró el reloj de la habitación y menos de treinta segundo había pasado en esa inhóspita situación. Salió de la habitación, y su reloj digital, se detuvo y no rodó más.

La voz que pareció ser la de su madre no tenía punto de divergencia. Su cocina estaba desierta como las calles de una cárcel un lunes por la tarde. Un gorgojeo interesante y constante se escuchaba, Marian levantó ligeramente su ceño, y los mandó al diablo. Subió de nuevo a su habitación, presionó el icono de “cerrar sesión” y se fue a dormir.

Cinco, minutos después el reloj, comenzó a andar de nuevo.

Giraba en sí misma por mucho tiempo hasta que escuchó lo que rompería su tranquilidad, un pequeño gemido. No un gemido orgásmico, ni de dolor. Aquel que se da cuando eres pequeño y lloras porque un fantasma te tocó la cabeza, o te rozó con sus frías cadenas, esa respiración entre cortada que se da tratando, ¡si! Tratando de reincorporarte. Fue ese gemido que se coló por la habitación y se detuvo en sus oídos, amplió los ojos con un turbio desosiego.

Silencio. Su habitación estaba en silencio y en penumbra, un gélido frío la atravesó como si un boca hedionda de viejo te hubiese erutado en la base del cuello. Su pecho estaba erguido y duros, al igual que todos sus poros estaban alerta.

De nuevo el gemido.

Con delicadeza se puso de pie, y dejó las sábanas aún lado. No se sentía segura con las sábanas, nunca lo había estado, siempre había deseado quemar las sábanas y dormir desnudas, tenía la ligera impresión de que si se descuidaba alguien la ahogaría envuelta en sábana como un capullo. La sola idea de esto le hizo voltear la amenazante sábana.

Cálmate, se dijo al tocar el frío piso de la habitación. Dio una vuelta de trescientos sesenta grados, y nada vio. La habitación estaba iluminada por la pequeña luz que mostraba el reloj, marcaba las tres y cuarto. Era ya tarde, y maldeciría por no haber dormido bien esa noche.

Apretó los ojos y se detuvo… observó de su armario una luz verde. Una neblina sería la palabra indicada, húmeda, gaseosa verde, como aquella que inunda las calles de San Antonio a eso de las 8 o 9 de la noche. Un hedor a coño le llegó a su nariz y se sintió asqueada. Un minuto antes de escuchar un nuevo gemido, comenzó a caminar hacia la puerta con aquella sensación de dejavu, y de sueño.

De nuevo estaba al frente de un portal, su armario se había convertido en un portal, su madera labrada y cuidada se transformó en un materia parecido al mármol y a su vez a la tierra, tenía la impresión que si la tocaba el montón de larvas de polilla le sería en las manos rompiendo sus carne, chupando su sangre, y enfermándola.

No obstante puso la mano en el portón.

“Muñecas, Muñecas”

Dijo su mente seudo masoquista. La imagen de cabezas de muñecas, rotas quemadas, eyaculadas, quemadas y vomitadas, golpeándose y colgando viéndola con los ojos derretidos y uno que otra atravesada de aguja, le inundó en la mente como un tsunami.

El pavor que presentaba se acrecentó, y por vez primera deseó tomar las sábanas. Lanzarse en ella, ahogarse, morir, “Con un demonio”. Que su mamá, o papá la matasen o la escondiese, no le importaba, pero aquel sonido de las cabezas girando en círculos, y cuya cara las veía suplicante con una odiosa y monstruosa sonrisa.

El gemido vino de nuevo…

Sintió sus pies mojados y eso la tranquilizó un poco, la devolvió a la realidad, dejando atrás a su incoherente imaginación. Aunque se formó una pregunta, ¿Qué había sido peor, mi imaginación o esta realidad que estoy viviendo? No se la respondió. Las acciones hablan por sí sola.

La puerta adelante comenzó a moverse de lado a lado. A temblar como si un persona estuviera siendo golpeada en su interior –Oh, que es esto!—y estuviese suplicando por salir. De nuevo el gemido, y la leve húmeda en sus pies se convirtió en una verdadera laguna. No era agua, era más espesa que el agua, más pegajosa.

Miró a sus pies, No puede ser, era sangre en lo que caminaba, estuvo a punto de gritar pero un nuevo golpe en la puerta la detuvo. Abrió la boca, como si quisiera romper los huesos de esta, pero no salió ni un chillido…, eso la desesperó no poder pensar, razonar, ni gritar estaba envuelto a una cosa. A un destino obligatorio y lo que tenía que hacer—según la loca idea que le embargaba—era abrir la puerta.

Puso la mano en la manilla, pero duró poco allí. Mientras abría la puerta, y esta chillaba como un niño de dos años cuando es quitado de los brazos de su madre, se deterioraba y los gusanos, escorpiones y hormigas caían al suelo.

Su mente formó otra frase: La caja de Pandora.

Se sintió como una mujer profana, su habitación era el mundo y ella, como Pandora traía todos los mares a la tierra infectándola.

La puerta se abrió de par en par, y de nuevo Marian intentó gritar con la leve esperanza de que alguien de su casa la escuchase. Falló en el intento.

La neblina verde la penetró como un gas intoxicante a dentro había muchas cosas y pocas a las que Marian entendió.

Parecía un pequeño círculo del Circo. Alrededor del espectáculo había, un montón de neblina verde, gusanos y cucarachas, muchos huesos sentados y mirándoos con sus oscuras cuencas al del centro. A un lado cuervos y al otro, mucho gemido.

En el centro, y delante de un ojo negro con una cornea de amarillo incandescente, estaba un niño. Estaba sentado sobre una silla verde empapada con sangre morada y espesa como el petróleo. El chico abrazaba a un oso de peluche, era blanco como los huesos humanos disecados con cabello negro parecido a una cortina que le tapaba la cara. El se aferraba con fuerza a su oso, y también estaba dentro de la laguna de sangre.

Gemía, Gemía, Gemía, Gemía.

Marian, estaba estupefacta y anonada con la visión de aquel chico, que le producía una mezcla de sabores: dolor, miedo, amor, y rabia. Mucha ira. Expectante, como estaba , se quedó viéndolo. Estaba vestido con una bata blanca, y a pesar de la sangre y de las lágrimas verdes del chico se mantenía blanca, muy blanca.

Un período de tiempo, quizás veinte minutos pasó. Porque era extraño era como volver al pasado, quedarse atónito viendo a una figura en donde el tiempo y el espacio es relativo, no se nota lo que importa es el hecho. Y el hecho en sí, es que lo veía.

Pero nada dura para siempre…, eso a favor de Marian, porque si hubiese dudado para siempre, no cabría explicar lo siguiente en la vida de Marian, y tampoco describiría el círculo de terror que apenas comenzaba.

Por eso…, algo más pasó.

El Chico con mirada espectral, dos segundos después de que Marian hubiese retomado el conocimiento, se puso de pie y dejó la silla aún lado. El miraba siempre a la izquierda, pero ahora la miró de frente –Marian sintió un beso frío en su pecho—la mueca que formó el chico, sin cara aparente, fue como una onda luego de la bomba. El espacio verde que lo rodeaba comenzó a mostrar algo más. Y qué Marian que parecía hipnotizada no había notado.

Abrió la boca en una O inmensa. Dentro de su boca había oscuridad, pero de él salio unas pocas frases, su voz era idéntica, exacta, al gemido que daría un hombre ahogándose un día de lluvia en una alcantarilla o cloaca llena de mierda, y orina.

Todos Flotan, ven Marian, y Tú también flotarás, dijo la voz de alcantarilla.

Una corriente eléctrica pasó de un hombro a otro en el cuerpo de Marian. Dos segundos después, ella fue un lector de su propia historia, sus sentidos estuvieron alertas a todo lo que pasaba y se olvidó por unos instantes de su existencia y de que lo que estaba pasando era sobre Marian Fuente.

La neblina verdosa y turbio se fue haciendo mas espesa, con la impresión de poder nadar allí, no obstante, se flota, No se nada.

El chico, comenzó a caminar. Y el armario de Marian, qué era de unos tres metros por tres metros, dio la impresión de ser una puerta dimensional de proporciones similares a la del mundo.

El piso, humeante y como un mar. Las paredes comenzaron a girar a una alta velocidad, no se distinguía entre los verde y lo negro, y la sangre se hizo un recuerdo, pues fue cubierta por la neblina.

Ven Marian, Y tú También Flotarás.

Repitió como un coro. Con la misma voz de alcantarilla. Ahora si era una alcantarilla, hasta el mismo olor a eses y orina se coló por toda la dimensión, ambas.

Marian era un espectador y el chico el anfitrión.

Sintió como una mano rozaba su pie. No solamente rozar. Sintió la mano en su pie, una mano engallada, mojada con sangre, miró hacía abajo y notó que de la neblina brazos salías, cientos de ellos, envuelto de sangre otros sin carnes, y muchos con huesos y restos orgánicos pegados como un parásito.

El Chico lloraba, y su mueca en la cara se hacía más diabólica. Los cuerpos salían de la neblina verde como si siempre estuvieran allí, Marian entendió que era verde por los cuerpos, y la sangre que pisaba, era quizás, los restos de alguien que había muerto hace poco.

Y ella era la próxima.

Los cuerpos flotando, unos cara arriba otros cara hacia abajo, la rodeaban, y formaban un círculo alrededor del chico. La piel de los cuerpos estaba agujereada y de las troneras salían gusanos, serpientes, escorpiones, y..., larvas velludas. Todos dejaban los cuerpos y se acercaban.

La agitación de Marian, aumentaba, tanto como si estuviera en un orgasmo negro, excitante y terrorífico. Algo profano y oscuro que pocas personas tenían, y disfrutaban. El chico la miró, un segundo por vez, y como si su cabeza estuviera manejada por un títere, la levantó y compartió la mirada de él.

Entonces pasó. La cabeza del chico se calló hacia atrás como un ancla, y una fuente alta y prominente, salio de su cuello lo que salía era sangre negra todas direcciones bañando los cuerpos en putrefacción con ella, era un ácido que comía lo que tocaba. El chico seguí caminando hacia ella y su cabeza girando alrededor de su cuello, pues un tendón le sujetaba, de manera parabólica unos cuantos segundos se encontraban frente a frente y eso aterraba.

La niebla se acrecentaba según cada paso, y las muñecas que caían del cielo. Millones de cabezas de muñecas, destrozadas, gritaban.

Ven baja, aquí todos flotan, cuando tu llegues, tu también flotarás

Marian, Marian, Marian… ¡Flotarás!

Gritaban en insonoro, la voz hacían círculo en su mente y en un abrir y cerrar de ojos estaba rodeada… no obstante.

Un golpe la sacó, un grito desahogado como la mierda atravesada en el intestino y luego ese momento de gloria cuando cae con el esplendoró.

Salió volando del armario y segundo después, brincó en su cama totalmente empapada de sudor.

Tranquilidad. Todo había sido un sueño.

La oscuridad total, la luz del reloj y… el armario cerrado y nada de verde. Miró a la ventana de derecha y todavía era de noche. Respiró, no pensó en nada, mañana lo haría y volvió a dormir.

Hay dos cosas que Marian Fuente no miró, o no quiso mirar.

Mientras se acomodaba en su cama, el reloj de su cuarto marcaba las tres y cuarto. Y a su lado, como un espectador de una obra, su Lacto estaba encendido y de ella una única imagen estaba expectante, Marian se dio la espalda hacia la pared vacía, el ojo lleno de fuego la miraba.

Marian dormía.

Y Cinco minutos más tarde el reloj se detuvo, el armario se abrió y el ojo se volvió a las tinieblas.

Si, todo parecía normal.

Marian,

Marian,

Marina,

Tu también…,

La madre de Marian puso una palma en su frente y la llamó casi a golpes para que despertara o no llegaría a tiempo a clase, de nuevo. Y otro retraso y la suspendería de clases y ella no veía con buenos ojos eso. Tenía que ser alguien útil para la sociedad.

Flotarás...,

Cuando Marian observó a su madre, saltó de la cama y miró a el reloj (que obviamente ahora si andaba), eran las 6: 20 A.m. llegaría tarde si no se bañaba aprisa.

—Ves la hora que es. —su madre lo dijo con ironía. No fue una pregunta en lo absoluto.

—Sí

La madre de Marian observó a su hija, y por primera vez se sintió algo triste. Había crecido, eso era natural. Pero había ocasiones en que se preguntaba si la educó correctamente. Cuando buscaba de hablarle sobre temas como la droga, o el sexo, su hija le explicaba mejor de que ella podría haber hecho. Eso la frustraba. No es que fuera una buena madre, sino que hoy al ver sus ojeras, sus ojos hinchados, ha llorado lo sé; se preguntó si se ocupaba lo suficiente de su hija.

La respuesta fue no. Nada que ver.

Ya Marian pisaba los dieciséis pronto estará en relaciones sexuales, ¿Y sí ya ha estado?, eso la mortificaba porque con su hija se sentía como un león contra un tigre, tierra distinta dominio diferente, totalmente divergente. Ahora en esos pocos segundos de la mirada de los ojos grandes de animé de Marian, y los pequeños marrones de su madre, trató de buscar hechos que la convirtiese en buena madre. Pero no lo encontró. Y eso la molestó.

—Marian. Este. ¿Cómo te va en el colegio?

—Bien mamá. ¿Por qué lo preguntas?

Se extraña, se dijo su madre, tan mala soy que ni le pregunto seguro está extrañada de que lo pregunte, es obvio entonces que nunca me preocupo por ella, quiero ser diferente sé que puedo. Lo sé.

--¿Qué quieres estudiar en la Universidad?—dijo a la Fin. Quería encontrar algo para ayudarse así misma, ser una buena madre, quiso decir.

–Psicología, mamá—respondió en menos de segundo, como si fuera tan obvio.

Quiere ser algo, se dijo. La besó, no lo hacía desde que cumplía los quince, y sus labios en su mejilla fueron algo que le parecía tan lejano y viejo. Como una fotografía amarillenta.

Más tarde cuando su hija salió y se despidió de ella con alegría. Se puso a llorar en las escaleras de su casa. Su casa estaba sola, y de nuevo ella estaba sola. Su otra hija se había casado, y su esposo muerto. Lloraba pensando en lo vieja y sola que en pocos años estaría, no le dio amor a Marian, seguro la abandonaba.

No Obstante, fue ella quien abandonó a Marian, ese mismo día a las dos de la tarde mientras Marian salía de un difícil examen, y golpeaba a un tipo por ofrecerle sexo.

Nunca la miró de nuevo.

—Te pasa algo. —le dijo Jessica al final de la clase de matemática.

Todos Flotan.

—Tranquila, nada. —mintió. Si sentía un poco dislocada sacada de onda, el sueño de la noche anterior fue muy real. Demasiado. Jamás había pasado por algo tan real y que a su vez se disolviera tan rápido de su recuerdo. Ya no recordaba ni la cara del niño, sí es que era un chico, no recordaba tampoco si era él o ella.

Y en el salón de clase que puede ser dos cosas. Muchas en realidad, pero en este momento, se clasificarán en dos. La primera una tumba de chismes y de envidia, poco importante para Marian, y la segunda, un perfecto comunicador de malas vibras. Como un circuito eléctrico de los adornos navideños, donde si un condenado bombillo no prende le grita a los otros “ no sirvo tu tampoco, imbécil”.

Varias personas le preguntaron a Marian que le pasaba.

—Nada. —se cansó de responder.

Marcos la miró de reojo mientras respondía la prueba de física a la tercera hora. La conocía bien, fue a él a quien venía ella a llorar, el fue todo primero, y su amistad era oro. Te quiero Momia

Pero los dos días que habían pasado Marian habían cambiado mucho. No. Completamente, ella normalmente era feliz, alegre espontánea, cariñosa sin muchas palabras que describir. Una persona del tipo “bien”. Pero algo estaba pasando en ella. Sus ojos normalmente abierto grandes eran dos perlas olvidadas bajo un nube de polvo, y ya amarillentos. Sin mencionar las ojeras que le colgaban a cada lado. Su cabello era la peor parte, no es que Marian fuera una princesa obsesionada por verse linda, pero si se cuidaba. ¿Razones?. No tenía. Lo que si era cierto es que a Marcos las facciones de Marian eran intrigante era la impresión de haberse ido por unos años a otro colegio y regresa de repente ve con molestia como el colegio se ha hecho pequeño, la gente ha cambiado y los profesores se han dejado crecer el bigote con grandes mechas blancas.

Desosiego sí.

Pero le preguntaría. No lo sabía. La amistad de ellos que era rara. Se conocían desde séptimo grado, ahora estudiaban primer año de diversificado, pero nunca habían sido tan potencialmente amigos, como ahora. Era raro. ¡Claro!, Aunque que no es extraño en la vida adolescente, en ese periodo de tiempo donde consigues y experimentas cosas que jamás de tu vida hubieras siquiera intentado realizar no obstante lo haces, te sientes asqueado, o sucio, molesto o feliz… pero principalmente sucio es como si en una parte de tu conciencia supieras que las cosas mala son como un montón de barro que te hechas y que de alguna manera tu cuerpo es limpio, pero con ese barro te da asco tu cuerpo quieres, lastimarlo o buscar de quitártelo pero los esfuerzos son pocos y sin determinación. Poco después cuando creces es que notas que la adolescencia es una etapa donde rompes la pureza que guardabas desde niño.

Marcos, le tocó el brazo entre sus pensamientos.

Y lo que sintió fue horrible… su piel no era la misma.

Seca, fría, usada y dormida. La piel de un pez luego de estar mucho tiempo observando al sol desde la tibia arena

—Estás Bien, momia.

—No—dice Marian. Marian lo ve y no puede evitar escuchar la voz flotarás ven y baja tu también flotarás.

— ¿Qué sucede contigo?

--Créeme que no sé. Es que no me he sentido muy bien del todo. Pasé una mala noche y ya pues, soñé mucho y estaba...inquieta (asustada dijo la voz de la alcantarilla) Creo que es todo. Vale no te preocupes—dijo ella. Miró a su amigo, y sintió cariño por él.

Muñecas ruedan, ven Marian baja cuando bajes… tu también flotarás.

Se abrazaron y no hicieron mas nada. Simplemente un abrazo claro y conciso. El tiempo de amistad le había dado a conocer algo exabrupto, un abrazo o una caricia o un beso vale más que mil palabras, significa más. Los gestos acaban con todo y comunica lo que queda por acabar.

Así ambos lo sintieron, y aquello duró hasta que el timbre de la última clase llegó.

— ¿Qué harás hoy?—dijo Marcos mientras caminaban fuera del colegio, dejaban la cárcel y se deleitaban con la luz armoniosa que profetizaba una linda tarde, calurosa y luminosa, sin embargo a un costado del cielo unas nubes se aproximaban…amenador

— nada. ¿Tú que harás?

—Hoy iré al teresa Carreño. Recuerdas lo de Emili. No irás a verlas en el cascanueces. ¿Ah?—decía mientras Marcos la acompañaba al lugar en que todos los chicos de su salón se despedían de ella.

—No lo creo. Mi mamá está recia y no anda de buenas pulgas aunque creo que me hace mejor dormir una siesta. Hoy es viernes. Quizás amanezca chateando un rato. O durmiendo. Quizás.

Marcos la miró por mucho tiempo hasta que la besó y se despidió de ella.

—Cuídate vale, no te metas en problemas.

Marian observó cómo su amigo se iba. Tomó la primera calle a la izquierda y luego miró con extrañeza que él estaba preocupado, bastante por ella y se sintió mal porque no había sido capaz de pedirle ayuda. Ni él ni a nadie.

A pocos metros de su casa Marian, casi muere. Claro que ella no lo supo, no obstante un gato que iba con ella claro que se enteró sí no hubiese estado de seguro habría muerto. ¿Por qué?, porque hay cosas que no se pueden evitar, o simplemente no están predeterminados a pasar, Marian no murió. Pero estuvo a la raya de ver a la parca. La tipa estaba allí con su sobre todo negro esperando llevarse su alma, pero se salvó. Hay cosas en las alcantarillas, que no vemos, el gato si lo vio y luego de eso él también pudo haber frotado pero la parca fue misericordiosa con ambos.

Todos flotan, ven baja tú también flotaras, y tú, también ¿Quieres Flotar?

Estaba en la California sur y se paró encima de una alcantarilla de la avenida Dublín ya que un carro por su lado puesto por los hilos del destino o por la imaginación de algún ser superior, cualquiera de ambas originó que Marian estuviera de la alcantarilla y esto fue lo que pasó.

Caminaba lentamente y con respiración recortada, ve un carro que se acerca y debe hacerse un lado entonces le permite el paso y se pone sobre la alcantarilla todo normal no hay problema pero el mundo comienza a girar. El cielo brillante y cálido es ahora oscuro y turbio las nubes se vuelven mas aterrorizante entonces Marian se da cuenta de que está atemorizada, siente un gorgojeo, como el que se hace al intentar hablar bajo la superficie de un río o de una laguna, las burbujas explotando. Marian recuerda algo de su sueño, y teme, la voz silbante de un niño se vuelve cercana y altas.

Ven… Marian… Ven… Tu… Debes…cada palabra se entrecortaba con el golpe ahogado que se da a un pulmón llenarse de agua. El frío que pasó por su cuerpo se convirtió en un calor abrazador.

Algo pasa por su pie y teme, voltea y observa a un gato, entonces lo patea con fuerza y como si con una cuerda la hubiese sacado de una dimensión desconocida vuelve en sí. Y siente el ruido que da el carro al pasar por la alcantarilla.

—Estúpido gato, me asustó.

Siguió su camino. El gato se quedó observando al niño que con una sonrisa de oreja a oreja, le veía, el chico estaba con las manos tomando las piernas y moviéndose frustradamente de adelante hacia atrás, en una esquina de la alcantarilla dónde Marian estaba parada. El gato estuvo espantado, al ver la piel seca y mohosa del niño, subió con lentitud su cara y duró exactamente cinco minutos así. Luego desapareció.

Y el gato fue victima de… otra historia.

(EL GATO MUERE POR EL ARBOL)

Marian llegó en su casa eso de las dos de la tarde. Estaba algo cansada. Leyó la nota de su mamá que le decía saldría y que llegaría más tarde, eso era normal su madre siempre necesitaba hacer cosas. Y bueno así tendría la casa para ella. Se inventó un montó de cosas. Llamó a varias personas, el primero fue su novio pero nadie podía, y algunos ni el teléfono contestaban.

Miró su cara. Un montón de paredes que la encerraban cuarto tras cuarto, buscaba uno que le brindara tranquilidad, pero todos eran horriblemente atosigante como el otro.

Sabía que estaba en el campo de la monomanía. Y que la sensación la abarrotaba, subió a su cuarto, qué después de todo era el lugar que le daba tranquilidad. Mientras subía buscaba de hallar el hoyo al asunto. La cabeza le daba vuelta pero no había alguna lógica después de todo se sentía media tonta por estar asustada. A qué temerle.

Ayer por la noche había dormido, y había tenido una extraña pesadilla. Una larga pesadilla, pero lo que le ponía nerviosa (¡atemorizante!) era esas palabras que se le venían a la mente. Y, ¿por qué le asustaba?. Luego de eso estaba esa voz que había en su cabeza, muchas voces diciéndole cosas, pero la que mas le volvía tan loca como una cabra, era la voz de agua. Aquella entre cortada voz, cómo si estuviera llena de agua.

Se acostó en su cama y hundió su cabeza en la suave almohada, poco a poco entre un pestañeo y otro las luces se volvieron intensas, bajas, intensas, y nuevamente baja. Si notó el momento en que se durmió, sólo que no lo recordó.

…y todos es suave, y todo es peligroso y atemorizante. Y todo debe dejarlo aún lado. Y todo debe morir, y flotar en mis manos. Porque tu debes hacerlo, tu eres la culpable, todos son culpables me dejaron Morin, y tu también flotarás junto conmigo. ¡CONMIGO!, flotarás, flotarás.

El chillido de la madera dura y vieja de la mecedora, que se movía hacia atrás como si alguien la empujara, y luego regresaba como si otro alguien la devolviera; esto en ciclos interminables.

Un ojo se levantó y miró al chico que se mecía, tenía una sonrisa de media luna, pero lloraba y sus ojos estaban inyectados de sangre, cómo si lo hubiese pasado mucho tiempo sumergido en el agua. O hubiese muerto en ella. El chico la señaló en lágrimas, su piel mohosa y mojada dejó caer muchas gotas de aguas al piso.

Y justo cuando abrió la boca, dejando caer agua de su labios. Marian despertó.

La sensación de transportarse de otra dimensión volvió a ella. Se sentía como estar parado en una exposición y qué tu profesor te gritaran “Siéntate, que no sabes nada”, y luego de la confusión volvió en sí.

Miró su reloj y era ya las nueves había dormido siete horas seguidas. Pero algo había extraño, de seguro ha sentido aquella desigualdad entre dormir y despertad, es como si poco te importara, como salir de un estado vegetal o de coma.

Aquello se borró luego de diez minutos. Bajo a comer algo, y su mamá le gritó que le dejó algo en su nevera,

Subió extrañada. La voz de su mamá fue diferente, directa y fría, precisa y no mandante, fue como un consejo “te dejé comida si quieres”. Pero al diablo, no le importaba siguió su camino a la habitación encendió la lacto y se sentó.

Espero a que el estúpido icono del msn se abriera y luego ingresó a su Messenger. Puso una cara feliz en su Nick y comenzó a chatear. Era como un hormiguero su bandeja de contactos, muchos fastidiados de su monótonas corrían a preguntarle, cómo estaban, que hacían, las mismas estúpidas preguntas de msn que hacen los contactos, no porque les interese en los más mínimo, son puras palabras que se traducen en: no sé qué decirte.

Marian lo sabía. Pero le daba igual, veía en el Messenger un distractor de todo lo que le rodeaba conectó un CD de Paramount y se puso los auriculares. Aquella era una rutina de todos los viernes pero pocas veces se daba cuenta de lo obsesiva que se convirtió esa afición desde que tenía Internet en su casa. Era un monomanía en su inconciencia la necesidad de ingresar a su habitación, observar la computadora pero esta la llama como un imán, le indica que la prenda, que la use, que active su msn, y que Chat, todos los días a cada momento. Lo peor de esta monomanía o adicción es que no la notas… hasta muy tarde.

Aunque pareciera contradictorio, se tranquilizó luego de devorar la pasta de su nevera y chatear escuchando el último disco de Paramount por una hora, luego puso el CD de una banda favorita de un amigo My Chemical Romance, y escuchó Helena.

El sonido de esa música se transportó por toda la habitación levantando su ánimo y en parte afluyéndola. Y entonces alguien le habló por msn.

—Hola—dijo un contacto. Su nombre era Luis, por Nick.

Marian levantó la ceja. Pero respondió.

—Hola. ¿Quien eres? De donde sacaste mi msn.

El contacto lo pensaba. Y estaba escribiendo sus respuestas, la imagen de icono cambió y miró una silla de madera, en realidad era una rechinadora (bueno lo que sea que sea), la silla (¡no la reclinadora), comenzaba a agitarse por un instante, luego volvió a su estado natural. Marian miró de reojo.

--Soy Max.—escribió.—Te conozco desde que eres una niña. Siempre he tenido tu msn.

Siempre he tenido tu msn. Apareció sin la necesitad de que apareciera en el inferior de la ventana “Está escribiendo un mensaje” se asustó por un rato. Pero se miró al espejo y vio lo estúpida que su figura se había hecho. Entonces se le ocurrió la idea de que nada, que Max si era una amigo, y ya que todo era un tontería de su pensamiento.

¿Tontería? Se burló aquella voz racional que tenemos en la mente. Qué no le importa los sentimientos y sólo le gusta decir la realidad.

--Disculpa pero no te recuerdo. Te borraré.

--¡Está bien!... sólo… espero.

A Marian le frustraba ver cómo era tan perfectamente escribiendo. Con acentos, con palabras elocuentes, como si le estuviera a hablando a ella, o en ella. Era raro ver eso. En msn normalmente lo usual es abreviar palabras mandar estúpidos iconos, pero Max no el simplemente escribía letras. Sin color. Sin estilo. Sólo una letra negra, media flacucha.

Y aunque lo quería borrar. Había algo. Un olor. Una sensación. Un latido que le decía a su oído con palabras suave, con un poquito de humedad de …cañería. Que le diera la oportunidad de hablarle. Miró la hora eran las 11: 45 P.m., y asedió a seguir hablarle.

¿Qué hay de malo?

(Mucho)

--Siento que no me conoces. No tengo foto. Pero sí Webcams. ¿Quieres que te la ponga?

(Marian no notó que en su Nick la frases, Ven flota, estaba puesta)

--Vale. Ponla.

De inmediato una solicitud para iniciar la recepción de video se abrió a un lado de la ventana de conversación. A eso Marian le trajo recuerdo algo picantes, no quería recordar esa parte de su vida, pero recordarlo le hice estremecerse. Sus pechos se pusieron por varios segundos duros, luego normal.

Now I know there’s nothing I can say

To change that heart

To change that heart

Gritaba My Chemical Romance, desde el CD de Marian. Y aceptó el video.

Mientras se abría la Webcams, maría tomó un sorbido de coca-cola, la cual un segundo después iba a ser en el piso, rompiéndose por completo, parte del vidrio del vaso se le clavó en la pierna de Marian por el lado del muslo. Claro, claro, eso unos segundos después. Antes, no pasó.

Lo siguiente que vio fue una circunferencia de fuego. Luego observó como la débil línea que escribía un círculo en un fondo negro—ese fondo negro era lo más oscuro que Marian había visto, normalmente podía sentir que pese a ser negro era iluminado, no obstante, este era negro no irradiaba ni reflejaba nada. Absolutamente nada. Cómo ese vistazo que se tiene luego de morir. Donde la conciencia se torna negra, y luego desciende hasta el punto dónde lo oscuro es oscuro, y no hay ni imágenes que transmuten la oscuridad. Era eso la definición perfecta, era un negro no de puntos, era un espacio. Indefinido. Nuevo. Misterioso.

Y sus ojos eran dos pelotas de tenis, observando la oscuridad. Cómo él círculo se tornaba lleno de fuego, y salía. Salía. Salía. Salía. Salía.

Entonces Marian gritó. No salió nada de su garganta. Miró el gran ojo de fuego de su habitación y leyó las palabras del msn.

--Todos flotan. Ven baja. Tu también Flotarás… tú madre te manda saludo también flota. ¿Lo ves? Tú flotarás, hermanas.

Aquellas palabras se colaron en un período de semi-inconciencia. Las paredes eran nuevo oscuras y con el hedor a putrefacción, la niebla verde salió del armario, de la puertas de las ventanas, debajo de la cama, Marian sintió como el coco corría de su escondite lleno de terror.

Flotarás. Flotarás

--¡No voy a Flotar!. ¿Qué te pasa?...—se callo de inmediato. Retrocedió cinco segundos en el tiempo y notó algo que no había prestado atención. Tu mamá flota, se imaginó el cuerpo ya podrido de su madre flotando, seguramente ya era un hueso flotando en la neblina verde, se preguntó si aquello que había escuchado con voz acuosa era la voz de ese algo que la quería matar, o dominar, o comer.

Entonces se puso a meditar aquello. No era lo único que había dicho. Para nada. Había más sólo que por un momento, por un instante, por una fracción de segundo, había ignorado por completo algo que le había dicho. La palabra era…hermana.

Entonces fue cuando volteó a ver a la lacto y leyó lo siguiente.

--Veme en el baño. Hermana.

Su habitación era una imitación de la historia de Hansen y Grete sólo que no eran dulces, eran en lugar de eso un montón de humos verdes, neblina huesos, desgarrándose, miró a su madre sentada en la cama. Los huesos de ella, sentada con las piernas cruzadas, la boca semi-abierta con un gusano entre los dientes y un montó de cabello en mohecido. La miraba, y sus cuencas eran oscuras, por un momento vio un destello en ella, pero luego se desapareció y fue a donde las almas jamás descansan.

Entró al baño justo cuando sus pies se volvían chicle, cuando miró el chicle, se fue en vómito, su vómito ascendió como una sopa hirviendo con mucho picante, lo que botó era una mezcla de mondongo con eses de bebé, ver eso la hizo vomitar de nuevo. Y saltó a dentro del baño.

Lloró. Lloró. Por un rato. Parecía una caricatura emo. Estaba acostada despalda a la puerta con los pies ligeramente recogido llorando y gimiendo. Su cabello había perdido la gracia. Miró en el baño el reloj. Eran las 11.45, de nuevo. Entonces se asustó.

Pensando que era una falla del reloj esperó un rato. Pero el reloj se volvía en blanco y marcaba de nuevo las 11.45. Luego las 3.14 y seguía en un círculo interminable. Ella siempre odió su baño, no había como huir si se prestaba una pelea con su mamá. Entonces estaba encerrada, ella misma se encerró en su destino. Notó algo, el piso estaba húmedo, subió ligeramente la vista.

Un brazo frío con restos de moho colgaba. Se encaminó lentamente, acercándose con cuidado, temiendo que de una manera moviera, a lo que flotaba en su bañera. Su bañera era blanca como un pato del lago, pero ahora estaba un poquito ennegrecida cómo si hubiese estado ennegrecida. Entonces se puso de pie. Y miró al cuerpo que flotaba boca abajo.

Saltó del Agua y se puso en su frente. Era ella. Él era ella. Ella era Él. Exactamente iguales, misma cara, misma nariz, mismo rasgo tez de piel. La única diferencia era su cabello.

La voz mojada, de un pantano le dijo. Y Marian calló en un estado de coma mientras su hermano flotaba boca abajo. El le prometió que flotaría.

Ella se sentó a un lado del WC despacio. Lo miraba mientras él inundaba el baño y volvía flotar.

Todos flotan, ven cuando tu estés aquí tu también flotarás.

Marian supo porque quería flotara, y en los mas interno de su mente estaba de acuerdo. Ella también lo hubiese hecho flotar.

Flotan, Todos Flotan. Dijo Marian entre lágrimas.

Marian.

Marian.

Siempre hermosa, divina, deseada por sus compañeros. Y amada por su novio, por razones que no diré. No flotó. Murió desangrada, con la pierna cortadas, pero no fue eso la que la mató. Y aunque nadie se explicó porque estaba encerrada en su baño. Y porque había asesinado a su madre. No obstante, ella murió de verdad fue por cortarse las venas, tomó una hojilla, se cortó las venas de ambas manos, no en vertical, sino de manera horizontal como una torta, luego cortó su cuello. Pero nada de eso lo tenía su cuerpo.

Nada, solo las cortadas de venas. A parte de que lo único que tenía era. Chica adolescente mata a la madre y muere desangrada por cortarse las venas. Pero nadie nombró que había luchado, contra su hermano, que había muerto por saber una verdad dolorosa, y qué estaba conciente de que no podría vivir con ese dolor que era como una estaca en el corazón. Cada respiro es doloroso.

Flotas, Flotas. Ella hizo flotar el alma de su hermano, para vivir ella alguno de los dos tenía que ocupar su cuerpo. Ella lo había ahogado en la barriga de su madre. Gemelos. Si. Gemelos. Pero ella había sido una niña mala, y lo había matado.

Marian.

Marian.

Recordó eso con dolor, y se dijo así misma.

¿Seguiremos flotando?

FIN